Sobre mí..

Sobre mí hay una carga constante. Vereis, hoy voy a dedicar el blog a hablar un poco sobre mi día a día. Necesito desahogarme pero bien hoy, y creo que sois los únicos con los que puedo hablar sin omitir nada.

Todo comenzó al separarse mis padres. Yo tengo dos hermanos, uno mayor y otro con 8 añitos. Un magnífico (lease la ironía) juez, decidió que al estar mi padre jubilado, la custodia del nene recayese sobre él. Y mi madre a la puta calle. No me malinterpreteis, yo no digo que mi padre sea mal padre, porque querer lo que es querer, adora a sus hijos. Pero nuestra educación (la de mi hermano mayor y la mía) fue única y exclusivamente llevada por mi madre, por lo que podríamos decir que mi padre no tiene ni idea de lo que es el día a día de educar a un niño.
Pero el juez eligió cantidad de tiempo, en vez de calidad y todo esto porque mi madre trabajaba.

En fin, que mi madre se fue a vivir a otra casa y yo podía elegir dónde irme (qué vaya elección, no creeis?). Después de meditarlo y hablar con mi madre, acordamos que me quedara donde mi padre, porque si no mi hermano pequeño no iba ni a superar la primaria (suena duro, pero es así...) y yo paso dos días a la semana con ella, y mi hermano otros dos.

Problema: yo llevo toda la responsabilidad del niño. Soy una especie de madre sin hijos. Y me revienta. Yo quiero ser una hermana, no una madre.
Yo vigilo que mi hermano haga los deberes cada día, me siento a hacerlos con él, vigilo que se lave los dientes 3 veces al día, vigilo que se duche a su hora, que tenga la cena hecha y que a la 10 se meta en la cama. Vigilo que estudie y que apruebe los exámenes, vigilo que no vea mucho la tele y lo que come. Vigilo todo. Y estoy harta. Esa no es mi función. Y podreís decir, ¿que lo haga tu padre no? Eso es lo que tendría que suceder. Pero por desgracia, no sucede. No sé bien cómo explicarlo, pero él se dedica a conceder todos los caprichos y deseos de mi hermano y las cosas no son así. A veces hay que decir no, y aveces sí. Yo me suelo ocupar del no.

A esto sumarle la universidad, las tareas de casa, estudiar y echar de menos a mi madre.
Hay días que me superan. Hoy ha sido uno de ellos. Solo espero que todo lo que haga tenga su resultado en mi hermano dentro de unos años. Si no no merecerá la pena.

Por suerte, mañana será otro día, un día en casa de mi madre en el que estaré más tranquila, aunque preguntándome, si todo lo que no estoy vigilando en ese momento, se está cumpliendo.

Besitos corazones.